jueves, 30 de diciembre de 2010

Algo sobre basureros

1


Camino rumbo a los tacos de bisteck con queso ubicados al lado de mi escuela cuando un viejo ingenioso llama mi atención;  a pesar de su vestimenta naranja no muchos se percatan de él, es un señor de la basura. Él tiene su codo puesto cómodamente sobre uno de sus botes. Su mirada  inteligente, sus ojos pequeños de color negro astuto, el cuerpo descansado. Frente a él, en el piso, latas de aluminio esperando ser aplastadas por un automóvil. El viejo consiguió un modo de evitar el trabajo y utilizar los coches como aplanadoras involuntarias. Son cerca de 200 latas. 


—Señor, es usted realmente inteligente. 


—Hay que aprovechar lo que tenemos y ser ingeniosos.


Sigo mi rumbo mientras el anciano toma una  Coca-Cola fría. Las latas son aplastadas por la velocidad de los autos, los neumáticos dejan el aluminio como una hoja delgada y yo busco mis tacos, sorprendido de ver a un anciano innovador cuyo oficio es el de basurero.


2


Ya no recuerdo en cuál de todas las marchas lo miré. Reforma está atascada de gente, las consignas socialistas mal encausadas  y las mentadas de madre se vuelven una misma entidad. La mayoría son morenos y con cara de pendejos. Banderas, chiflidos y caras largas de cansancio se hacen ver en casi todos. 


Al frente un hombre con bocina en mano pide a la multitud un grito de esperanza ciega, pide ovejas y el rebaño responde algo parecido a la palabra "justicia". Al final de la marcha con cara de agobio y aburrimiento, un grupo de 6 personas con sus respectivos botes recogen la basura para ver limpia la avenida de la queja nacional. 


La basura de unos la recogen pocos. Los gritos sin fundamento, nadie. 

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