viernes, 6 de mayo de 2011

Los que miran faldas

Las faldas tienen la cualidad de poner en los hombres una cara de idiota supremo. La poseedora del milagro en cuestión es delgada, dueña de una cintura simétrica y con un trasero tan firme como una escultura de mármol. Camina por la acera y los ojos masculinos, son como moscas que van a la luz. Hay tres tipos de hombres para mirar faldas: el primero pone la cara más estúpida posible, el segundo disimula con gesto altanero su interés como diciendo, "yo he palpado mejores culos" y el tercer tipo se hace el indiferente por ir acompañado por una dama. El factor común: todos se imaginan el recorrido hacia donde lleva la falda.

La dama en cuestión sigue su paso con un gesto de poderosa indiferencia hacia los mortales; sonreír implica recibir una cantidad brutal de propuestas estúpidas. Hace un gesto despectivo y la creatividad va desde la poesía hasta la vulgaridad, si se grita un piropo se debe hacer escondido, ir en movimiento, estar acompañado de una cantidad considerable de imbéciles o ser un patán de proporciones milenarias, pocos, muy pocos, son capaces de halagar a una  falda con el suficiente estilo para ser inolvidables o chistosos.

Sin embargo, las faldas poseen en sí la materia prima de la imaginación, la proporción áurea se hace mínima por un par de muslos apretados chocando contra sí mismos. El hombre queda en el limbo, donde la estupidez y el sueño, se vuelven una misma cosa. Las piernas bonitas son capaces de curar la depresión y más de un hombre ha quedado con los ojos bizcos por no ser precavido.

Ellas lo saben y hasta les gusta. Seguro más de una mujer anciana extraña al albañil poeta, al fresa vulgarizado y al pendejo habitual. Por tanto las faldas tienen la doble capacidad de bienestar.

Dios bendiga las faldas.

1 comentario:

  1. Bendita Mary Quant y su creación de la minifalda, enloqueciendo con ello a toda una generación y transformar a toda una época, en una verdadera revolución sexual. Bendito Raymond Carver, porque no podría haber pintado una maravillosa escena conmovedora e intimista, de un hombre tomando el dobladillo de la falda de su mujer, o Gil Elvgren no hubiera hecho esas maravillosas ilustraciones con imagenes de mujeres muy a los 50´s usando faldas cortas mostrando las piernas.

    Tan femenina es la prenda de la falda que hasta los Escoceces la llevan con viril elegancia.

    Marilyn tampoco habría podido pararse en la rejilla del metro intentando detener el vuelo impúdico de su falda. Ni traerme recuerdos cuando yo tenia 13 años y me sucedió lo mismo en una calle del centro, o cuando me rescostaba en las piernas de mi abuela o lloraba sobre su falda rozando mis mejillas.

    hasta la carne de res se pide asi
    faldas.. .suculentas
    :)

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