jueves, 31 de mayo de 2012

Melancolía de los primeros de junio

Versos de luz, Kaleb Quintero

Empiezo esto, con lágrimas, como todo lo bonito que hay cuando se quiere.

Este día es distinto, más denso que cualquier otro y con más emotividad. Han pasado cosas en esta fecha dignas para mi vida, fundamentales.

Mi abuela murió un primero de junio. Nunca quise recordar el año en el que fue. Es algo en lo que no intento pensar, de cierta forma es el método que tengo para darle a la abuela algo de eternidad. Ella murió este día porque prefirió agonizar 2 semanas antes que hacer que mi primo pasara su cumpleaños, el 31 de mayo, lleno de velorios. Pocos nos dimos cuenta de ese gesto. Qué grande era la abuela. Si un día igualo un detalle así, mi vida habrá valido la pena. 

Casi nunca me siento triste, soy alegre y sonriente. Hay un motivo: el primero de junio murió la única persona que me ha dedicado sus últimas palabras. Semanas atrás había peleado con la abuela y cuando me disculpé, a mediados de mayo, mientras ella estaba internada, con tubos por todo el cuerpo y en terapia intensiva, cuando salpiqué su frente con mis lágrimas, diciendo perdón, perdón, perdón, como si esa hubiera sido la única palabra válida, ella hizo un último esfuerzo, abrió sus ojos, cafés, profundos y llenos de amor, me miró y dijo te amo, en un tono tan suave, tan cercano a la muerte, que suavizó mi alma para siempre. Horas más tarde tuvo muerte cerebral y nadie más, vio si quiera que moviera un músculo.

Años después, yo le dediqué mi primer libro, en un primero de junio. Lo hice adrede, elegí el día aunque fuera un mal día para presentar un libro. El abuelo había muerto también en día primero y se cumplían 12 años 6 meses de su muerte. Era matar dos pájaros de un tiro. Honrar dos pilares de mi vida en un solo instante. Aquel día, hace un año, sonreí como nunca. Me sentí bien, realizado, fuerte. Grande. Me dijeron una vez que el primer libro siempre es el más especial; es un libro pequeño, de poca edición. Sin difusión. Bonito en sentimientos y pobre en técnica. Pero algo lo salva. Está dedicado a dos personas que agonizaron en frente de mis ojos. Está lleno de amor, para que me entiendan.




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